martes, 29 de octubre de 2013


REFLEXIONES PSICOESPIRITUALES 

Martes 29 de Octubre 2013

Por: Reynaldo R. Espinal 

EL PODER QUE DAÑA

No acabo de convencerme totalmente de si tenia plena razón Lord Acton cuando en la Inglaterra convulsa de su tiempo expresó que "...todo poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente", pero su aguda frase  es ya consagrada advertencia contra todo aquello que signifique concentración de poder en una sola persona o institución. Puede degenerar en corrupción y abuso! 

El poder es un fenómeno multiforme. En una u otra medida todos lo tenemos. No cabe reducirlo al poder político. Existe el poder del conocimiento (poder experto),  el poder de influir en los demás ( poder carismático), el poder de hacer relaciones ( poder relacional), el poder del respeto y la valoración positiva de los demás ( poder moral), el poder de dar amor ( poder afectivo) en fin, son muchos sus tipos y sus variantes, entonces: ¿ puede alguien decir que no tiene poder?

Y es por ello que todos hemos de vivir vigilantes, pues cualquier poder que se tenga si no se utiliza de forma adecuada nos daña como personas y daña también la integridad moral, emocional y muchas veces física de aquellas personas sobre las que influimos y con quienes convivimos.

Requiere de una vigilancia interior continua y sincera. Por cualquier estrecho resquicio se cuelan la soberbia  y el narcisismo y acabamos creyendo servir a los demás cuando en la realidad ya solo nos mueve el propio egoísmo, la propia pasión, el ansia irresistible de sobresalir, de ser más que los demás y no de ser con los demás. 

Sobre este tema, Dios mediante, esperamos producir muchas reflexiones, por ser uno de los  mas recurrentes a lo largo de la historia del pensamiento y siempre conviene desentreñarlo en su realidad y en sus distorsiones.

El P. Carlos Vallés, a quien cito mucho por ser uno de mis autores preferidos, hace en uno de sus hermosos libros una reflexión sobre el poder que me permito dejarles como final de la mía :

" La comunicación auténtica sólo puede tener lugar en un clima de confianza mutua. El poder desenfrenado destruye ese clima. A nivel más profundo, el poder destruye la comunicación apagando la sensibilidad. Es increíble cómo caracteres amables y personas encantadoras pueden endurecerse bajo el impulso del poder. La persona movida por el poder se hace implacable en su ambición. No se preocupa de los demás, los pisotea sin piedad, desprecia sentimientos y, al despreciar los sentimientos de los demás, pierde los suyos propios. No hay perdida mayor. Todo el poder del mundo no llegaría a compensar por la pérdida de sensibilidad, de humanidad, de bondad, de la amistad y del amor" .






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