domingo, 20 de octubre de 2013


APROXIMACIÓN A DIOS Y ACERCAMIENTO A LO SAGRADO : CIENCIA O EXPERIENCIA?

Por Reynaldo R. Espinal.

Cuando se escribe sobre un tema con sinceridad- y no por un cumplido de ocasión o para satisfacer ajenos intereses- es de nobleza que uno diga en qué posición se sitúa, incluso antes de que el lector lo intuya. Para decirlo sin ambages: el tema de Dios y de la Religión no me es indiferente

No estoy seguro, desde luego, si a un ser humano que pretenda vivir como tal, el tema le ha de ser indiferente, pues es el caso que, por ejemplo, para los ateos no lo es. La pregunta por la trascendencia es connatural a la dimensión interrogativa  del ser humano, es decir, aquello de que el ser humano es el único animal capaz de hacerse preguntas. 

La interrogante que quiere dejar abierta este breve artículo  serían dos: si es posible saber algo sobre Dios y, en caso de que ello fuera posible: ¿ sería un tipo de saber similar al saber científico o de qué tipo de saber se trata?

Me parece que ambas preguntas son esenciales para fomentar un verdadero diálogo entre el creyente y el no creyente.

Considero que llega un momento en que el saber y el creer se bifurcan. Un creyente leal y sincero no está en capacidad de demostrar científicamente aquello en lo que cree. Es sin embargo, por ello, descartable la realidad de su experiencia?

Los orientales parecen haber visto más claro dicho asunto.Una sabia leyenda  relatada por el Padre Carlos Vallés, sabio jesuita que ha residido por muchas décadas en la India, cuenta al respecto  lo siguiente:

Le preguntaron a Kabir:
" ¿ Cómo es la experiencia de Dios?

Contestó: " Es como un mudo que ha probado por primera vez el azúcar.
Sabe gustarlo, pero no sabe decirlo". 

Y, tras una pausa, prosiguió:
" Pero sabe agrandar los ojos 
y alegrar el rostro
y alargar la sonrisa". 
( Carlos Vallés. " Evangelio ! ahora!. Mediaciones y experiencias". Editorial Sal Terrae, Santander, 2001. Pág. 8).

El tema no es nuevo pero conviene plantearlo de cuando en vez, muy especialmente cuando la febril inflexión científica, no pocas veces aparcelada y reductiva, pretende confinarlo  todo al ámbito de lo demostrable.

Las vías del conocimiento son múltiples y entre estás siempre habrá de tener espacio la dimensión espiritual. De lo contrario no habría lugar  para la poesía, para el arte, para la música, para las grandes manisfestaciones de la sensibilidad humana, es decir, para  otros modos de acercamiento a lo concreto y real, no por diferentes menos plausibles y valiosos. 

Creo, pues, en el diálogo respetuoso entre creyente y no creyente. En un esfuerzo sincero de comprensión y acercamiento mutuo sin que cada uno intente imponer su perspectiva, antes bien, animados por la noble actitud que nos sugería Antonio Machado: "...no tu verdad, sino La Verdad, y ven conmigo a buscarla".

Cabe mejor actitud para crecer en tolerancia, en respeto, en empatía y consideración recíproca?











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